Chris padeció los estragos de la pobreza y vivió en las calles de Nueva York. En 1982, cuando la tasa de desempleo en Estados Unidos era del 10.9% fue uno de los tantos norteamericanos que perdió su trabajo. A sus 28 años tuvo que dormir en los baños públicos y cuidar a su hijo de cinco.
Chris
tuvo una infancia difícil. Su madre estuvo en la cárcel dos veces y él pasó
mucho tiempo en casas de familiares, en hogares de paso, y fue violado por un
desconocido. Su padrastro era un hombre violento quien maltrataba a su madre y
a él. Para salir de esta situación, se unió a la Armada y se desempeñó como
asistente médico en una clínica naval.
Al salir del servicio se dedicó a trabajar como visitador médico. Su sueldo era muy bajo, con el agravante de que su novia quedó embarazada. Estos vivían muy humildemente y con lo estrictamente necesario. Cuenta que un día, mientras salía del supermercado, vio a un hombre estacionando en un increíble Ferrari. Se acercó y le preguntó a qué se dedicaba. El señor le respondió que era corredor de bolsa. En ese momento, las metas en la vida de Chris cambiaron y se dedicó a buscar un puesto de aprendiz en una empresa de corredores.
Logro conseguir una entrevista en una buena empresa, pero una semana antes fue tomado por las autoridades por no pagar 1.200 dólares en multas de su carro y pasó 10 días en la cárcel. Cuando salió, encontró que su novia se había ido con su hijo y todas sus pertenencias, incluida su ropa. Al día siguiente, en vez de cancelar su entrevista, decidió ir y confrontar a la empresa con la verdad.
Consiguió el empleo como aprendiz por 1.000 dólares al mes. Se fue a vivir en una pensión y todo parecía estar funcionando a la perfección, hasta que su novia apareció con su hijo de un año en la puerta. Le entregó al pequeño alegando que ya no podía cuidarlo más, sin tener en cuenta que en la pensión no se permitían niños. Por eso Chris y su hijo se quedaron sin techo.
Al salir del servicio se dedicó a trabajar como visitador médico. Su sueldo era muy bajo, con el agravante de que su novia quedó embarazada. Estos vivían muy humildemente y con lo estrictamente necesario. Cuenta que un día, mientras salía del supermercado, vio a un hombre estacionando en un increíble Ferrari. Se acercó y le preguntó a qué se dedicaba. El señor le respondió que era corredor de bolsa. En ese momento, las metas en la vida de Chris cambiaron y se dedicó a buscar un puesto de aprendiz en una empresa de corredores.
Logro conseguir una entrevista en una buena empresa, pero una semana antes fue tomado por las autoridades por no pagar 1.200 dólares en multas de su carro y pasó 10 días en la cárcel. Cuando salió, encontró que su novia se había ido con su hijo y todas sus pertenencias, incluida su ropa. Al día siguiente, en vez de cancelar su entrevista, decidió ir y confrontar a la empresa con la verdad.
Consiguió el empleo como aprendiz por 1.000 dólares al mes. Se fue a vivir en una pensión y todo parecía estar funcionando a la perfección, hasta que su novia apareció con su hijo de un año en la puerta. Le entregó al pequeño alegando que ya no podía cuidarlo más, sin tener en cuenta que en la pensión no se permitían niños. Por eso Chris y su hijo se quedaron sin techo.
A pesar de haber vivido los peores momentos de su
vida, nunca dejó de tener como prioridad a su hijo.
Era tal el compromiso de Gardner con su hijo, este se decidió arreglárselas lo mejor posible para que al pequeño no le faltara nada. Todo su sueldo se iba en los pañales, el jardín infantil y la comida. Chris Usaba dos vestidos, uno gris y uno azul, que cargaba en su bolsa. Al principio dormían en moteles baratos, pero no se podían dar ese lujo durante todo el mes. Terminaron pasando muchas noches en los refugios para indigentes de la ciudad, y otras tantas en un baño de la estación de trenes. El reverendo Cecil Williams quien al ver la dedicación de Gardner a su hijo, les permitió quedarse por unos cuantos meses en el refugio de madres indigentes.
Gracias a
su empeño, comenzó a escalar posiciones en la empresa por lo cual tuvo
suficiente dinero para arrendar un apartamento para él y su hijo. Seis años más
tarde, en 1987, fundó su propia compañía de corretaje con un capital de arranque
de 10 mil dólares en Chicago, Illinois. Luego vendió su pequeña participación
en Gardner Rich and Co. en un trato multimillonario en el 2006. Así que
fundó Christopher Gardner International Holdings, con oficinas en Nueva
York, Chicago y San Francisco.
Hoy, 34 años después, es dueño de la casa de correduría de valores Gardner Rich & Company. Es un filántropo y conferencista exitoso que trata de inspirar a la gente a superar los obstáculos de la vida, lo que le ha valido el mote de CEO de la felicidad, y cuya historia de vida fue llevada a la pantalla grande en 2006 en el film “En busca dela felicidad”, protagonizada por Will Smith.
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